Hľadaný výraz: Mt 9,18-26; Mk 5,21-43; Lk 8,40-56, Preklad: Španielský - Reina Valera, Počet výsledkov: 3
18 Hablando él estas cosas á ellos, he aquí vino un principal, y le adoraba, diciendo: Mi hija es muerta poco ha: mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. 19 Y se levantó Jesús, y le siguió, y sus discípulos. 20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre doce años había, llegándose por detrás, tocó la franja de su vestido: 21 Porque decía entre sí: Si tocare solamente su vestido, seré salva. 22 Mas Jesús volviéndose, y mirándola, dijo: Confía, hija, tu fe te ha salvado. Y la mujer fué salva desde aquella hora. 23 Y llegado Jesús á casa del principal, viendo los tañedores de flautas, y la gente que hacía bullicio, 24 Díceles: Apartaos, que la muchacha no es muerta, mas duerme. Y se burlaban de él. 25 Y como la gente fué echada fuera, entró, y tomóla de la mano, y se levantó la muchacha. 26 Y salió esta fama por toda aquella tierra.

21 Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á él gran compañía; y estaba junto á la mar. 22 Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vió, se postró á sus pies, 23 Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. 24 Y fué con él, y le seguía gran compañía, y le apretaban. 25 Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía, 26 Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27 Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva. 29 Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 30 Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31 Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32 Y él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto. 33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote. 35 Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro? 36 Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37 Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38 Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que lloraban y gemían mucho. 39 Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, mas duerme. 40 Y hacían burla de él: mas él, echados fuera todos, toma al padre y á la madre de la muchacha, y á los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba. 41 Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate. 42 Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto. 43 Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.

40 Y aconteció que volviendo Jesús, recibióle la gente; porque todos le esperaban. 41 Y he aquí un varón, llamado Jairo, y que era príncipe de la sinagoga, vino, y cayendo á los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; 42 Porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo. Y yendo, le apretaba la compañía. 43 Y una mujer, que tenía flujo de sangre hacía ya doce años, la cual había gastado en médicos toda su hacienda, y por ninguno había podido ser curada, 44 Llegándose por las espaldas, tocó el borde de su vestido; y luego se estancó el flujo de su sangre. 45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la compañía te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? 46 Y Jesús dijo: Me ha tocado alguien; porque yo he conocido que ha salido virtud de mí. 47 Entonces, como la mujer vió que no se había ocultado, vino temblando, y postrándose delante de él declaróle delante de todo el pueblo la causa por qué le había tocado, y cómo luego había sido sana. 48 Y él dijo: Hija, tu fe te ha salvado: ve en paz. 49 Estando aún él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga á decirle: Tu hija es muerta, no des trabajo al Maestro. 50 Y oyéndolo Jesús, le respondió: No temas: cree solamente, y será salva. 51 Y entrado en casa, no dejó entrar á nadie consigo, sino á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y al padre y á la madre de la moza. 52 Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo: No lloréis; no es muerta, sino que duerme. 53 Y hacían burla de él, sabiendo que estaba muerta. 54 Mas él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate. 55 Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego: y él mando que le diesen de comer. 56 Y sus padres estaban atónitos; á los cuales él mandó, que á nadie dijesen lo que había sido hecho.

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